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El Lechón: la segunda carrera. Crónica Lagunilla 09 copa TT

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Ahora que empiezan otra vez las carreras, todos estamos empatados en las clasificaciones y la ilusión está por las nubes, os contaré la segunda carrera de nuestro querido lechón. Como recordaréis lo dejamos exhausto, dolorido y triste tras la primera carrera, pero ya pensando en la segunda…

http://www.endureros.com/8/viewtopic.php?f=5&t=41948&p=451438&hilit=+copa&sid=a5a9de74bc66f5d634ec6319950597ca#p451438

….Durante los días posteriores a la carrera el lechón va descubriendo dolores en partes del cuerpo que nunca percibió que tenía: dedos meñiques de las manos y los pies, tendones de aquiles, cervicales, riñones, cuello. Siente todo el cuerpo cubierto por microroturas musculares que le hacen moverse de un modo impropio, lento… pero no deja de ser un dolor semiplacentero por el motivo que se ha producido. Los muslos se le han ido poniendo negros y azules cuando le ha ido bajando el hematoma, con dibujos parecidos a mapas geográficos.

El jueves por la noche consigue unos momentos de intimidad con su novia Margarita. Ella se mete en braguitas y camiseta en la cama, se quita el sostén por debajo de las mangas y le sonríe pícara.

El lechón se quita los zapatos, los calcetines, se desabrocha la camisa, se baja los pantalones y en ese momento Margarita da un respingo: “Pero qué coño te ha pasado??!!!, qué es eso?? Pero si tienes las piernas hechas un poema! Te ha atropellado un camión??? Y los brazos!!!!!” “De la carrera, ya sabes” contesta el lechón algo tímido. “De la carrera???? Es que os apalean???? Os dan unos latigazos antes de salir??? Ya te he dicho que tu amigo ese el Cholo con el que vas no tiene idea buena, no me gusta” El lechón se defiende y le defiende: “No es su culpa, si yo me caigo me caigo yo. Voy porque quiero. Además ya no me duele (miente), es más espectacular que lo que es en verdad, etc, etc”

Después tiene una sesión sexual complicada. Quien ha practicado sexo después de una carrera intensa, aunque haya sido varios días después, sabe de lo que hablo. Se convierte en algo parecido a un leve masoquismo, y se mezclan gemidos con quejidos, y aparecen actos reflejos de retirada ante algunos roces que hay que ir dominando poco a poco…

Durante la primera semana después de la carrera el lechón piensa mucho. Llega a la conclusión de que la forma física es mucho más importante de lo que nunca había pensado, pero ya ha visto que necesita una forma física muy especial, ya que aquí no se usan los mismos grupos musculares que cuando por ejemplo se juega al baloncesto. Quedan 4 semanas hasta la próxima carrera de la copa; si se prepara intensamente puede que consiga algo. Con estas se va al gimnasio, pilla a un monitor y le dice: “Mira, yo no quiero adelgazar, no quiero estar más guapo ni más esbelto, no me quiero sentir mejor: lo único que quiero es ir más rápido en mi moto de enduro, y aguantar 6 horas en una carrera. Estoy dispuesto a hacer el sacrificio que sea necesario para conseguirlo”. El monitor se queda impresionado: Caray, estos son los alumnos que me gustan…Lo que pasa es que no tiene muy claro qué es eso del enduro, pero no lo puede decir, es un profesional, qué coño. De este modo, le prepara al lechón un entrenamiento más apropiado para convertirse en campeón mundial de boxeo en cuclillas que para hacer enduro.

El lechón cumple su palabra y cada tarde se pone a hacer tablas y tablas de desarrollo de potencia muscular, salta a la comba, levanta pesas, corre en la cinta y por el parque, hace flexiones. Algunos días pasa hasta tres horas en el gimnasio, hasta el punto de que algunos otros clientes se mofan de él y comentan si se está preparando para las olimpiadas.

Aunque como decimos el entrenamiento no es el más apropiado, el lechón va consiguiendo poco a poco algo importante: ponerse en forma; consigue tener la mejor forma física que ha tenido en su vida. En el futuro aprenderá que los problemas en las trialeras se resuelven en las trialeras, con práctica, pero la forma física al menos da una o dos oportunidades más de intentarlo, aunque ya se sabe que la mejor oportunidad es la primera.

Los domingos sigue saliendo con la pandilla de moteros, pero su actitud ahora es distinta. Después de haber visto lo que ha visto en su primera carrera, sabe que por ahí se pasa; que hay pocos puntos por donde la moto no pase; y además que se puede pasar mucho más rápido, y que se puede aguantar mucho más tiempo en la moto, y que no hace falta descansar tanto, y que cuando se almuerza después no se va tan fino, y que se puede beber agua del camelback en marcha.

Lo intenta todo, y a la fuerza y con perseverancia va pasando por todos sitios, aunque a veces tiene atrancones y caídas que le minan la moral y lo deprimen, pero coincidiréis conmigo en que está en el camino, que el chaval apunta maneras, que esa personalidad es el primer paso para evolucionar y acabar convirtiéndose en un viejo zorro del enduro (otro espécimen que trataremos más adelante).

Poco a poco el día de la carrera se va acercando. Esta vez van cuatro colegas, el Cholo y otros dos salvajes amigos suyos. Irán en dos coches. El miércoles antes de la carrera, cenando con sus padres, hablan de quedar el fin de semana a comer. Él dice que no puede, que tiene carrera.

-Carrera de qué- dice su padre.

-De motos- dice el lechón.

-De qué motos?

-De las de campo

-De las de los guardabarros altos???

-De esas

-Pero si no hace ni un año que tienes la tuya

-Sí, pero poco a poco voy mejorando.

-Y con quién vas???

-Con el Cholo y unos amigos.

-No me gusta nada ese Cholo – interviene la madre – no tiene idea buena.

-Mamá, es mi amigo; es buena gente.

-Yo conocí a su padre – dice el padre del lechón – menudo figura- se queda pensando y mirando hacia arriba- joder, menudo golfo…menudas fiestas nos hemos pegado el padre del Cholo y yo…

-Ya está bien!-dice la madre.

-Oye y a qué hora salís??

-A las 5 de la mañana el sábado.

-Dónde es?

-Vamos al norte, a Logroño.

-Pero si hace un frío del demonio, y está lloviendo, y están las carreteras fatal…

-Ya papá, pero eso para el enduro no es malo

-No me jodas no es malo…Y cuánto cuesta una carrera???

-Pues entre unas cosas y otras no menos de 300€ si no rompes la moto

-Hijo mío, cada día eres más tonto…

En fin, nadie que no haya pasado por esta conversación lo entenderá. Y ningún padre lo entenderá por mucho que se lo expliques.

Entre unas cosas y otras, llega el día. El lechón ya tiene su garrafa de gasolina, sus ruedas nuevas Dunlop 756 que le ha puesto el Cholo (juraría que están un poco gastadas, pero si el Cholo dice que son nuevas es que son nuevas) con cámara reforzada que nunca llegará a comprobar, todo engrasado, todo limpio, todo completo. El Cholo llega a las 5 de la mañana como un reloj, con el otro coche de sus colegas detrás. El lechón ya está desayunado y duchado, se despide de su madre, dándole un abrazo un poco más prolongado que de costumbre, más íntimo, y se va.

Cuando se sube al coche descubre con horror la primera broma de la jornada. Han hecho un equipo y camisetas; el equipo tiene el típico nombre medio gracioso como Drink Team, y en la camiseta de nuestro protagonista han puesto: “Lechón Gutierrez” (que no se me ofenda ningún Gutierrez que es un apellido al azar). No puede hacer que se le note y se ríe, pero eso es poco menos que ir a una carrera de coches y llevar la L puesta. Nadie le va a conceder el beneficio de la duda, nadie va a pensar que es un endurero como los demás, no, porque en su camiseta pone LECHÓN. Joder. El Cholo le dice además que le tiene que dar por la camiseta 120€ y que no le diga nada a los otros del precio, porque a él se la ha dejado más barata. Si el Cholo lo dice, pues será así…

Los dos coches con sus carros avanzan hacia el amanecer, la ilusión de nuestros amigos es total, cantan canciones en la radio, hablan sin parar, se llaman por el manos libres de un coche a otro para gastar bromas…Van a hacer enduro!

En el próximo capítulo trataremos de cómo el ambiente del padock volvió a impresionar al lechón, de la vuelta de reconocimiento dura e incompleta, de la cena opípara que se metió el Cholo y los salvajes, de la duermevela antes del evento, del sufrimiento extremo de la carrera, etc.

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rtorres, no puedo mas. ERES EL MEJOR. Ademas yo estoy en este capitulo..no voy a poder ir a Logroño, pero pienso ir a mi segunda carrera en cuanto pueda :lol:

PD. Tengo yo una anecdota de viejo zorro del enduro en la crono de villablino cojonuda. Como me impresiono el tio. Un Señor rondando los 50 y, con una xr que pesaba mas que las motos de los otros 2 que le vimos hacer la jugada de zorro que nos quedamos :shock: en un primer momento y nos descojonabamos luego, y el con nosotros.....Un Abrazo tio si nos lees!!

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no se quien cojones eres pero diria que vienes conmigo a todos los viajes de la copa tt y incluso me atreveria a decir que conoces a mi novia margarita,.????????????????????'''''

JOJOJOJOJOJOJOJOJOJOOJ

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Muy buenas las historias, me leido la del pro, la del super pro y la del lechon del tiron sin parar y si hubieras escrito otra mas tenlo por seguro que me la hubiera leido sin parar!! Eres un crack!!

Un saludo y espero esa tercera parte prontito!

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  • 2 weeks later...

Nuestros protagonistas aparecen por Lagunilla a eso de las 11 de la mañana. Les ha caído el diluvio universal, nieve y granizo por el camino. El terreno está empapado y no dejan subir los coches a la zona de asistencia de siempre, porque debido al barro no pueden avanzar ni siquiera 20 metros. EL lechón y sus colegas meten los coches en una de las zonas de asistencia habilitadas dentro del pueblo y se van a por los dorsales. El ambiente ya es magnífico, probablemente el mejor de toda la copa: viene mucha gente del norte y de Cataluña y las inscripciones suelen superar los 300 pilotos. Pero esta vez debido al temporal ha habido muchas bajas de última hora y apenas se inscriben 200 pilotos.

Empiezan la vuelta y el Lechón ve que el nombre en la camiseta no va a tener trascendencia. Hace tan mal tiempo que no se quitará la cazadora en todo el fin de semana. Pronto se da cuenta de que a pesar de todo su entrenamiento, no venía preparado psicológicamente para esto: el terreno está tan embarrado que si para y levanta los pies la moto no se cae, los ríos de crecida dan miedo. Hay cantidad de subidas y bajadas resbaladizas como el hielo, un sendero cabrón que va kilómetros por la pendiente de un monte. Un error de un palmo hacia abajo hará que se arruine la carrera, y a saber cómo saca la moto de ahí.

Cuando acaba ese sendero, con calambres en los abductores de la tensión y el pataleo para no caer, sus amigos le dejan, porque como siempre, si no, les cierran la crono. EL lechón comienza aquí su peculiar calvario, pero sin quejarse, apretando los dientes. Con tranquilidad y descanso va pasando por todos sitios, poco a poco, con alguna caída, pero avanza…Hasta que llega a una cuesta blanca que le deja impresionado. De hecho, como le habían hablado de ella, tuvo la sensación de haberla pasado una vez; después comprendió que no, porque había otra segunda más alta, y finalmente comprende que ésa es la verdadera subida blanca de Lagunilla, y además ahora tiene la certeza total de que ya no puede haber subidas con esa pendiente más altas.

Espera a que suban varios. Unos lo consiguen y otros no. Se fija en los dorsales. Hay dorsales bajos que tampoco suben. Bebe un poco de agua. Suspira. Arranca la moto. Se ajusta las gafas y zumba. No llega ni siquiera a la mitad.

De rodillas sobre la pendiente, trata de hacer bajar la moto tirando de la rueda delantera. Esfuerzo de titanes para mover la moto un palmo. Ni se plantea enderezar la moto y subirse; el recuerdo del piñazo de la primera carrera aún está vívido. Tras más de media hora de brega consigue llegar abajo y subirse a la moto. Se pone a observar otro rato cómo lo hace la gente. Cuando están arriba parecen figuritas pequeñitas, no se distingue ni la marca de las motos.

Come una chocolatina; está empapado en sudor por dentro. Bebe un poco de agua. Suspira. Arranca la moto. Se ajusta las gafas y zumba. No llega ni siquiera al primer cuarto.

Lo bueno esta vez es que hay poco que bajar. Pero tarda otros 20 minutos. El lechón, derrotado y exhausto, se sienta en el suelo. Al menos no se ha hecho daño. Por ahí no pasa. No contaba con esto. Mierda; “por ahí no paso”, piensa; se acuerda de su novia Margarita. Y de su madre. Siempre le pasa esto cuando se siente solo. Como la tarde ha empezado a caer, se monta en la moto y empieza a tirar hacia una carretera que se ve a lo lejos. A mitad de camino se encuentra de nuevo con cintas del circuito, y las coge hasta llegar a Lagunilla. Cuando piensa que la vuelta acaba ahí, el sendero sigue sigue sigue hasta enfilar una nueva subida, no tan pronunciada como la blanca pero mucho más larga…..Joooooooooooder . Frena la moto hasta que se cala y se queda mirando. Vuelve a tener la sensación de que si se encuentra eso en otras circunstancias hubiese jurado que una moto no sube por ahí. Pero sí suben. Vamos ya.

Mete primera, segunda y otra vez primera. Comienza el ascenso. En cuento duda, echa los pies abajo y patalea; pero avanza metros y metros. En un falso llano se para y toma aliento. Ya ha llegado a la mitad y le ha costado menos de lo que pensaba. Se concentra a tope. Se quita las gafas para que no se le empañen y las cuelga del manillar. A medida que sube, la lluvia se convierte en nieve; la moto gime, él gime. Pasa al lado de unos niños que lo animan. Con confusión piensa que a qué coño se habrán subido tan alto. Y corona. Uf. Para la moto. Respira hondo; se quita el caso, se desabrocha la chaqueta, se quita la mochila, se abre el peto, se tumba y respira hondo. Uf. Ahí tenemos al lechón. Pocos pensábamos que llegaría hasta aquí.

Cuando continúa, se abre ante él una nueva pesadilla: la bajada por el otro lado de la montaña. Oh, no, no, no. Lleva el pie izquierdo arrastras y el derecho presionando el freno con todas sus fuerzas. El freno de atrás no responde bien. Él casi nunca lo usa. Va a golpes con el de adelante y se cae una y otra vez. Cuando llega abajo no se lo cree. Ya es casi de noche. Va al bar del pueblo a ver si están sus colegas; han hecho la crono pero sólo uno está entre los cien primeros. Unos se explican a otros los motivos por los que no se han clasificado, pero ninguno dice: la verdad es que no me he clasificado porque no soy suficientemente bueno.

EL lechón necesita arreglar el freno de atrás. Un hombre muy sonriente que se llama Rodolfo, con una cazadora de la Rioja, le pregunta cómo le ha ido. El lechón le explica que bien pero que necesita el freno de atrás. EL señor le recomienda que vaya a una carpa negra a la entrada del pueblo, que busque una furgoneta con el logo del Dakar y que ahí conseguirá el recambio. Alguien le llama a Rodolfo “Presidente!” y se da la vuelta (presidente de qué??? se pregunta el lechón a sí mismo) Saluda a otro señor con una cazadora parecida que también parece muy feliz, con la nariz un poco grande y que tiene nombre de tabaco: Fortuna, Marlboro, Lucky…o algo así.

Pronto encuentra la furgoneta; le atiende otro señor muy simpático y dicharachero. Lleva una cazadora de la Rioja pero por detrás pone algo de Murcia. Aquí parece que todos llevan cazadora con publicidad de vinos y son simpáticos. El Lechón se confiesa, le cuenta su sufrimiento, y el dueño de la furgoneta del Dakar le mira a los ojos, y muy pausadamente, para que lo entienda todo bien le dice: “Haz tu carrera. Ve despacio; encuentra tu ritmo. Haz trabajar a la moto: tiene un motor, una cadena, unos amortiguadores, unos frenos para que trabajen por ti…No pelees con ella: úsala. EL tiempo que no estés de pie sobre la moto es tiempo perdido, procura no sentarte. En barro, marchas largas para que la moto deslice. No luches contra la montaña porque podrá contigo. Usa siempre la cabeza y observa todo bien porque siempre hay una salida.” Otro hombre que está con él, que al parecer también es presidente de algo, con el pelo un poco largo y no muy alto pero sí robusto y fuerte, que parece tener mucha seguridad y experiencia en el tema le dice: “Y sube las manetas un poco más: así llevas forzadas las muñecas”

Se van al hotel con las motos en el carrito para no dejarlas a la intemperie, y a cenar a Logroño. EL Cholo y los salvajes cenan como caníbales, chuletones, mucho vino. El lechón está poseído por la ansiedad. Tiene una certeza: hay un punto en la carrera que por sí mismo no puede pasar, la subida blanca. Además, hay una parte del recorrido que no conoce, y no sabe cuánto se ha dejado en el atajo. Por supuesto, ha dicho que ha dado la vuelta de reconocimiento completa.

Después se beben casi una botella de orujo; EL lechón se toma una copa que le sienta como un tiro. El Cholo va dos veces al baño a hacer de vientre y vuelve rejuvenecido y fresco, muy vital. Pasada la medianoche vuelven al hotel. Nuestro amigo no entiende que se tenga que beber tanto y acostarse tan tarde si total van de carreras. A pesar de todo lo que lleva para el cuerpo, el Cholo duerme a pierna suelta, fragorosa y ruidosamente. Sin contemplaciones. El lechón se desvela constantemente, tiene malos sueños. Sobresaltos. Al fin suena el despertador.

Y nueva sorpresa. La noche pasada ha nevado muchísimo. Han reducido la carrera a dos vueltas y han retrasado la hora de salida debido al hielo. Mirar las montañas acojona. Dios, qué nos vamos a encontrar ahí…EL lechón ayuda a todos a descargar sus motos, y pierde un tiempo precioso. Cuando descarga la suya, los otros casi están vestidos. Entre las prisas, al ponerse los calcetines pierde un poco el equilibrio y su pie desnudo se posa sobre la hierba helada, que cruje y se troncha. Un escalofrío le recorre el cuerpo; da un respingo. Ya está definitivamente despierto. Levanta la cabeza y el parque cerrado improvisado en los aledaños del pueblo le recuerda a los mercadillos medievales de Ken Follet, cambiando las vacas por motos y los tenderetes por carpas chillonas. Suelo embarrado y pisoteado, nieve en los rincones, confusión, griterío, mucho ruido y algarabía…

Vamos lechón, que ya salen! Céntrate, que no estamos para poesía ni recuerdos literarios, joder! Corre! Vamos!

La carrera comienza y para su sorpresa ha pasado a 5 o 6 en la salida. El terreno está mucho peor que ayer. Los atascos en subidas sin importancia son sublimes, masivos. En el primero la gente acelera y chilla; cuando ya llevan tres o cuatro atascos y cada uno ha sufrido lo suyo, los ánimos están calmados y nadie se pelea por entrar el primero. “haz tu carrera, haz tu carrera. De pie, marchas largas, usa la cabeza” Kilómetro tras kilómetro el lechón avanza, sin pausa. No tiene atascos relevantes y no se desfonda. Va dejando a pilotos a su paso, desfondados. Ya no se queda el último. Sigue a lo suyo.

Los ríos son puntos tremendamente conflictivos: gente parada en medio con la moto parada, gente parada en las orillas, con la moto parada. Y gente parada antes de cruzar, con la moto parada. No cruza nunca sin ver cómo cruza alguien sin atascarse. Va observando que donde hay espuma no hay profundidad aunque haya piedras. Ahí se puede caer, pero no se va a quedar. Al cruzar por quinta, sexta o séptima vez el río Carrión ve a uno de los salvajes dándole patadas a la moto sin éxito. Vaya, vaya, a este me lo gano….

En el último cruce del río, más de 30 pilotos miran una subida por la pared, única alternativa desde la que una vez pasada se va ya hacia las subidas balncas. Espera paciente su turno. Fallan muchos y se quedan a mitad. Unos se pasan de fuerza y cuando la rueda de atrás toca las piedras resbala y cruzan la moto. Ve que si entra a una velocidad normal y sube pegado a la derecha, casi al final del cortado, la moto agarrará más. Así lo hace, y pasa. A la primera! Guau! le dan ganas de gritar. Con estas se emociona un poco y en la siguiente curva se cae. Vuelve a lo tuyo, Lechón! Avanza metro a metro, palmo a palmo. Lleva más de dos horas de carrera, pero ya ha adelantado a muchos. Le empiezan a doblar los primeros, pero no pasa nada. Su ambición real es una vuelta.

Llega a la cuesta blanca. Lo llevaba pensando hace un rato. Qué voy a hacer ahí??? Decide acometerla del tirón, sin parar antes. Si ahí se acaba su carrera, qué le vamos a hacer. Él va a intentar llegar todo lo lejos que pueda. Pasa la mitad, está cerca de la cima. No me falles ahora, ahora no. La moto se va ahogando….AAAAAAAagggghhhhh. De nuevo un señor con cazadora de la Rioja la agarra por las horquillas y tira de de ella, y le dice: Dale, dale DALE! El lechón embraga, acelera poco a poco y sube. Está arriba.

Después de esto se toma su tiempo. Disfruta su momento. Ya está; ya no puede haber nada que lo detenga. EN la subida del pueblo hay muchísimo público; la senda está sin nieve. Aunque cala la moto varias veces, vuelve a arrancar y sigue tirando. De vez en cuando le ayudan. Los dedos de la mano del embrague se le van agarrotando. Pero llega. Y luego baja. Y en la meta le dicen: Enhorabuena! Eres un campeón! Y él sonríe. Y está embarrado, los pies empapados, congelados, agarrotado, acalambrado, satisfecho. Feliz.

Después, al día siguiente, viene la sorpresa. 200 pilotos inscritos. 52 han dado las dos vueltas. 64, entre los que está él, una vuelta. El resto no ha dado ni una vuelta. Y entre ese resto, está el Cholo, que se ha saltado un par de controles aunque dice que no sabe por qué no le ha contado la vuelta. También los salvajes, uno porque ha abandonado hasta la polla de barro y el otro que se quedó en el río. El lechón ha sido el mejor piloto del Drink Team, ese equipo de nombre pseudogracioso y archiexplotado en el que ha competido.

Ahora hay dos caminos: Seguir en las carreras de enduro, hasta llegar a ser un Viejo Zorro, o irlo dejando hasta convertirse en un Perro Viejo (espécimen que no trataremos por no estar relacionado con el mundo del enduro). Toma su elección. Decide no parar hasta al menos acabar la carrera de Lagunilla

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