Saliendo por orejas VIII. Estoy Hasta los huevos (lease testículos). By Buds.

rinconA finales de los años 80, uno de mis mejores amigos se mato con una FZ 750. Estaba volviendo a casa después de intentar hacer una salida de domingo por la mañana. Era la época del gran boom de la moto de carretera, y la Guardia Civil de Tráfico, a través de aquellos que los dirigen, había comenzado a descubrir el gran filón económico que suponían los de las motos.

Mi amigo Toni, aquel domingo por la mañana decidió darse la vuelta y volver a casa, para evitar los masivos controles que la Guardia Civil nos preparaba en aquella época en nuestras carreteras. Y cuando le cuento a la gente que mi amigo Toni murió «escapando» de la Guardia Civil, mucha gente puede pensar que era algún tipo de joven inadaptado o violento. Nada más lejos de la realidad. Simplemente era un chaval de apenas 19 años, que amaba la moto, y que no podía llegar a casa con otra multa de la Guardia Civil de Tráfico, basada en aquella persecución absurda que sufríamos en las carreteras, con helicópteros, controles, coches verdes y blancos cruzados en la carretera… y multas basadas en pintorescas apreciaciones de conducción peligrosa. Es decir, si ibas en moto por la Garganta, y era domingo… te multaban por conducción peligrosa fueses como fueses. Por suerte, actualmente las cosas son más civilizadas. Inundan las carreteras de radares y te mandan la multa a casa.

Han pasado ya 20 años de aquello. Y hace unos días, 20 años después de que mi amigo se quedase para siempre en un cruce de carretera gracias en parte a la presión de los cuerpos de seguridad del estado, un grupo de 3 tipos casi cuarentones, trabajadores honrados, que pagamos nuestros impuestos, volvimos a hacer todo tipo de cosas extrañas frente a los grandes medios que se destinan de los presupuestos del estado a la caza del motorista de montaña. Quizá estuvimos haciendo el indio, y es posible que el piloto del helicóptero que nos estuvo siguiendo por toda la ladera de una conocida zona de la sierra de Madrid tan solo tuviera curiosidad por ver que hacían esos tres tíos vestidos de colores en medio de la montaña. Pero después de tantos años de persecuciones, de tanta locura fomentada por unos políticos ineptos y desconocedores de la realidad del mundo en el que vivimos, de tanta estupidez alentada por pseudoecologistas de salón con aire acondicionado y turbodiésel… después de tantos años, ya no te fías de nada.

Así que estuvimos jugando a los indios y vaqueros, escondiéndonos debajo de los arboles, oteando el horizonte mientras conducíamos, analizando de lejos cada cruce para ver si nos estaban esperando…
Yo siempre he sido de los que abogaban por no «escaparse». Por parar y dialogar. Siempre he considerado que lo que yo hago en la montaña no es un delito, sino un deporte, y que puedo defender mi posición educadamente frente a cualquiera. Ahora mismo ya no tengo tan claro eso de parar y dialogar. Despues de algunos encuentros con autenticos psicópatas antimoteros, tanto vestidos de forestal como de coronel tapioca, creo que lo mejor es, si tienes la oportunidad, salir por piernas… además de que mi cartera ya no aguanta mas multas del tipo que sean… este ultimo mes, y juro que jamás en toda mi vida he conducido mas despacio, me han cazado con el furgón de 2y4t, con el coche y con la moto…

Siguiendo con nuestra fabulosa salida motera que os estaba contando, y si pensábamos que con el helicóptero y los controles teníamos suficiente, para rematar la jornada, cuando ya estábamos llegando después de decidir abortar la excursión, nos cruzamos con una pareja de señores mayores, muy mayores, vestiditos de excursionistas paseando por el campo. Yo iba el último del grupo. Desde detrás lo vi todo como a cámara lente. La señora intento pegarle con el bastón ese que se lleva para andar al primero del grupo, pero falló. Era una mujer mayor, y no tenia suficiente puntería. El señor mayor le increpo con grandes ademanes al segundo del grupo. Lo que le grito no lo pude oir, pero me lo puedo imaginar. Y yo, que iba el tercero no me libré. La señora, con una capacidad de aprendizaje encomiable, y después de fallar el primer intento de atentado contra objeto móvil motorizado, apunto al tercero del grupo mucho mejor, y me pego un estacazo con el bastón de aluminio en todo el costado de esos que duelen. Una fiera la señora, por que encontró justo el punto donde no había protección de plástico. Así que, por el simple hecho de montar en moto, una señora de más de 70 años me pego con un bastón con todo el odio del mundo. En estos casos no te queda otra que parar a discutir sobre la cuestión que nos ocupaba a la señora y a mi. Así que pare la moto, me baje, y tuve una larga charla con el marido, mientras la señora me insultaba desde lejos (con la señora no pude hablar… no he visto a una señora tan mayor correr tan deprisa en mi vida cuando me vio bajarme de la moto). Por supuesto no hubo más agresiones. Pero si el señor hubiese tenido 30 años menos posiblemente la cosa hubiese acabado como el rosario de la aurora. Por suerte todo terminó en múltiples disculpas y cada uno por su camino.

Y lo jodido es que esto no es un hecho aislado. Hace un par de meses aproximadamente me paré al lado de un sendero para dejar pasar a dos jóvenes y airosos andarines, con sus botitas de coronel tapioca, sus gorritos de lana del corte ingles etc… la verdad es que eran una monada, y la chavala estaba cañon. La chica se me acercó, lo cual me lleno de ilusión pensando que quizá estaba a punto de culminar el sueño de todo motero (ligar por la montaña), pero cuando se puso a mi lado, empezó a gritarme al casco «Hijos de puta» repetidamente, hasta que el novio se la llevo rápidamente a tirones, porque este si que tuvo claro que la ensalada de hostias que se iba a liar podía ser de miedo…

Y la verdad es que no consigo entender que es lo que está pasando con este país. Soy practicante de un deporte honrado. Un deporte que está plagado de héroes que han pagado con sangre y lágrimas su amor por un deporte que es posiblemente uno de los más duros que existen. Un deporte en los que los errores se pagan. Un deporte que requiere un esfuerzo y una dedicación absolutamente impecables. Soy un autentico vago, pero amo tanto la moto de campo que intento por todos los medios mantenerme en forma para poder disfrutar un poco mas de mi moto. Me gusta tanto esto, que los sábados por la noche, en lugar de pegarme una gran cena y luego unas copas me acuesto prontito y con el estomago ligero porque al día siguiente toca montar en moto… excursión con los amigos, carrera de Motocross… lo que sea con tal de pasar otro día en moto.

Ahora mismo son las 10 de la noche. Estoy sentado en el sofá con el portátil. Me duele el cuerpo después de la maravillosa excursión de ayer, una de esas salidas con una gente de puta madre, rodeado de motos de 2T (los de las 4T tampoco son tan mala gente, no os creais). Ayer disfrutamos de un gran día de moto. Al final de la jornada, como no podía ser de otra manera, un tipo pintoresco que venía caminando de frente se me puso delante en un camino llegando ya al pueblo, y me obligo a parar la moto. Me insulto y me llamo asesino porque «los de las motos habíamos degollado a un niño en Cercedilla con nuestras ruedas». En un principio intente dialogar con él. Al final no nos dimos de hostias por los pelos (el tio ardía en ganas de sacudirme… pero posiblemente el ver al resto del grupo por allí detrás termino por convencerlo de que la cosa le podía ir mal). Otro día en moto de campo.

Y estoy cansado de todo esto. Estoy cansado de la cantidad de idiotas con los que tengo que tratar y en los que debo pensar cada vez que monto en moto. Estoy cansado de políticos sinvergüenzas que promulgan leyes arbitrarias y sin sentido siempre contra el enemigo más débil. Estoy cansado de esos políticos sinvergüenzas que legislan contra la libertad individual, mientras miran hacia otro lado ante la especulación inmobiliaria que ha pagado sus locuras y se ha llevado por delante toda la belleza de la costa de mi tierra, y todos los montes donde yo solía montar en moto con mi padre cuando era pequeño. Los de las motos no somos una gran constructora a la que recalificar cualquier suelo a cambio del correspondiente sobre. Solo somos deportistas de moto de campo. No importamos.

Y estoy cansado de pseudoecologistas talibanes que son incapaces de distinguir nada mas allá de su estúpida visión cerrada del mundo. Talibanes que atacan a un colectivo débil, como es la moto de campo, mientras siguen atascándose con sus turbodiesel en las entradas de las grandes ciudades, mientras en sus casas pasan de la calefacción a toda mecha al aire acondicionado a toda pastilla.

Estoy cansado de sentirme agredido. Estoy cansado de límites de velocidad absurdos, controlados con radares colocados en rectas de cuatro carriles, mientras mi gente sigue muriendo contra los guardarailes.
Estoy cansado de policías municipales que me dicen que mi seguridad se basa en inundar mi ciudad de radares, y en pagar el impuesto revolucionario azul y verde, mientras los pasos de cebra siguen siendo una trampa mortal cada vez que caen cuatro gotas.

Estoy cansado de que este país de cantamañanas haya conseguido transformar la libertad que tanto costo lograr en el más triste de los libertinajes. Un país en el que 20.000 chavales pueden reunirse a emborracharse como zombies, y un solo chaval no puede salir en moto a la montaña conocer el deporte tal y como lo hicieron sus padres.

Hace 20 años uno de mis mejores amigos murió en moto. Hace 20 años un cumulo de circunstancias entre las que se encuentra la presión policial termino con la vida de un gran chaval que estaba empezando a vivir. Y hace tan solo unos días un grupo de honrados señores mayores casi nos despeñamos por un barranco esquivando a un helicóptero de la Guardia Civil. Hace 20 años éramos mucho más libres. Éramos más inocentes. Los poderes públicos tan solo estaban comenzando a atacar nuestra libertad individual… actualmente la lucha es ya a muerte contra nuestras carteras, contra nuestra libertad de hacer algo «distinto», contra nuestras ilusiones. Estoy hasta los cojones.

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