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Crónica Nacional Enduro Cañamero 2016. El enduro vive.

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El enduro me ha hecho descubrir Extremadura, una gran desconocida, y descubrir un poco más de mí mismo.

 

En ella se escribe mi historia como piloto, desde aquellas carreras de Trujillo y Valdecaballeros, regionales perros y peleones, en los que estaba fuera por tiempo en el primer control. En el primero, eh?, no en el segundo, ni en la primera vuelta, ni por fallo mecánico. Estaba fuera a los 50 minutos de carrera, 80 para mí, en los que no había parado de bufar, patalear, hacer hervir el radiador, caerme en parado doce veces; salir ansioso y desafiante hasta que en el minuto 7 estaba en mi jodido sitio, triste y solo, con las gafas vueltas empañadas, mirando a lo lejos, y pensando “qué coño haces metido en esta mierda????” Eso pasó por ejemplo en “Valdecaballeros 2011, el primer enduro del lechón”. Madre mía, qué desparrame.

 

Pero ahora ya no. Ahora vengo tan seguro de mí mismo que llego casi el último a las verificaciones. Poniendo cara de “nacional”, de nacional de enduro. Las caras del nacional son distintas; hay que poner cara un poco de místico, de sabio, mirada profunda, casi no reírse porque venimos a lo que venimos. Pensar largo y tendido mirando una curva de las especiales que es sencilla y plana, aparentando que ves cosas que nadie ve, que ahí hay secretos insondables que sólo  nosotros descubrimos y que a duras penas compartimos.

 

Cuando repaso la crono de Belén, subo a ver los troncos, las balsas de piedra y las ruedas de tractor, que en verdad es lo único que me interesa. Primero porque aún tengo los miedos primitivos esos de: “ a ver si han puesto algo que no sea capaz de pasar… que ahí hay siempre mucho público. Y voy a hacer el ridículo. Y me van a grabar. Y me van a chillar. Y se van a reír. Y compungido voy a tener que susurrar al que esté más cerca… ayúdame!”

 

 

Hay un par de pros dándole patadas a la tierra delante del tronco grande. Espero a que se quiten y entonces yo también le doy patadas a la tierra por el otro lado. Serio, eh?. Y no pienso pasar por dónde esté la tierra, sino por la marca que ya esté hecha del paso del resto, a lo seguro, pero lo hago igualmente para ir creyéndome poco a poco que soy uno de ellos.

 

Luego me acerco a la crono del Matadero. Esta si se rompe mucho y hay que remar me puede ir bien. Cuando se olvida la finura de pilotaje y hay que hacer fuerza que ayude a la moto, pataleando, incluso bajándose, durante mucho tiempo y muy seguido, aparecen mis verdaderas capacidades. Eso de redondear curvas en un prado plano con la roderita y tal no me va. Es que no se me mete en la cabeza, no me sale. Hago una bien y digo “ya está, ya lo he pillado”, y a la siguiente curva me salgo de la rodera, o me quedo sin inercia, o entro lento. O doy gas antes de tiempo y se me cruza la moto. Una de esas cosas que desde fuera parece muy fácil, pero que desde dentro desespera. No. Me siento más poderoso en las cronos con trialeras, subidas sueltas, escalones, piedras… Y tampoco me gustan los obstáculos artificiales; les tengo pánico ancestral desde el indoor de Villalbilla, De la Hoz se acordará.

 

Coño, para ser tan bueno tengo muchos condicionantes como podéis ver. Es el espíritu de lucha y superación y tal.

 

Camino la especial con Saza, que os digo ya que está imperial y que corre como nunca, después de haber adelgazado y haber recuperado el ansia viva por el gas. Nos convencemos mutuamente de que desde aquí se ve suficiente, por allí baja y luego sube, no hace falta ir, que esa curva tendrá el paso marcado, cuidado con la bajada; luego sigue por allí por allí, desde aquí se ve, da la vuelta sube, baja, y ya estamos ahí otra vez. Vámonos! Vista la crono en 15 minutos.

 

Porque la verdad, como os he dicho antes, es que lo que nosotros necesitamos, y nosotros somos tú y yo, porque buenos de verdad hay 4, lo que necesitamos es irnos a dormir sabiendo que no hay ningún paso imposible, y mentalizarnos de que hay sitios a los que vamos a tener que llegar con decisión y frescos. Es decir, no hay que memorizar curvas, hay que memorizar puntos conflictivos. Es lo que hay.

 

El briefing es magnífico. Es un orgullo ver lo que ha conseguido el moto club Enduro Villuercas, y escuchar a Jorge Púa delante de más de 300 personas explicando lo de los Enduro 1, 2 y 3 y el resto de categorías. Claro que sí, perseverar, incondicionalmente, es la clave.

 

Para los que luego se quejen de la amplitud del padock y el corte de luz, que sepáis que no os saqué ventaja, porque el calefactor de mi habitación del hostal estaba roto. Joder las dificultades que nos impone el enduro. Echaba vaho por la boca; entré unos minutos incluso en pánico:

 

  ----  Ya se me ha jodido la carrera. Esta noche no duermo. Mañana los oídos zumbando. Oh, no, no, no. Oh no, no. Mierda, mierda, puta mierda.

 

Ahora bien, hemos de tener recursos, no? Claro que sí. Hago un repaso mental del material de que dispongo…He venido preparado. Me pongo la camiseta térmica que llevo en la maleta para los días de cumbres. Las mallas. Los calcetines de esquí. Una braga en la cabeza y otra en el cuello, y una sudadera con capucha. No me pongo los guantes por pudor.

 

Y duermo más o menos bien. Suficiente.

 

Listo y en posición.

 

Hace un día soleado y primaveral. Llego al padock otra vez el último, y gracias a Uge puedo llegar a la zona de asistencia. Favores como estos son los que quedan en el recuerdo, mi amigo. A cambio me pide, me exige, que escriba una crónica, que es esta, claro. Los Lannister siempre pagamos nuestras deudas (he tenido que mirar en Wikipedia si era con una n o con dos…)

 

Hago una cosa ahora que me gusta bastante: cuando ya están todos vestidos de piloto esperando su turno yo paso a saludar con los vaqueros. La primera reacción que tienen es que no voy a correr… Algunos sonríen aliviados, pero no es esto.

 

------  Sí, claro, ahora me cambio.

 

 

--         ------  ¿Pero todavía estás así?

 

 

 ------  Cuando hay que correr es luego…

 

Aquí estoy pasando varios mensajes: estoy poco nervioso, y seguro que menos nervioso que tú. Esto no me presiona, tengo medidos los tiempos. Esto para mí es habitual, sé la hora a la que tengo que estar listo, no me hace falta superar la ansiedad estando media hora antes. Para mí esto no es tan importante! (aunque lleve sin pensar en otra cosa una semana, esto es lo que queremos transmitir, de acuerdo?)

 

Hora de salida, por fin. Con el dorsal 565 no es que salgamos muy pronto. La chica del paraguas está algo aburrida, el speaker ha perdido ímpetu, la gente apoyada en las vallas bosteza. No somos novedad. Pero somos dignos.

 

Primer control indicado como apretado. Para las costumbres del Villuercas eso antes significaba que palmaba media carrera. Quizá tres cuartos de carrera. En alguna ocasión ha palmado la carrera entera. Hoy no. Corren rumores de que el nacional les ha hecho aflojar los ritmos. Da un poco de pena esto, se va rompiendo el espíritu de que no solo se resuelva en las cronos.

 

El rally es acojonante. He estado buscando la palabra: precioso, maravilloso, impresionante… Me quedo con acojonante. Difícil encontrar rallys mejores. Enduro en estado puro. Perfectamente marcado, con marshalls en los pasos conflictivos, guardia civil y protección civil en cada cruce, no solo de carreteras, también de pistas. Una pequeña sugerencia es que el cortafuegos debería haber sido para todas las categorías, incluso sin modificar los tiempos. Es un paso mítico, nos hubiese acercado más al límite, hubiese mostrado mejor la esencia de las carreras extremeñas.

 

También y al hilo de las características del padock quiero hacer una reflexión: lo difícil de una carrera de enduro es el rally, el elemento más difícil de conseguir, que se muestra en menor medida. Lo que hace de una carrera un verdadero enduro, y ofrece esas sensaciones distintas que sólo da este deporte es el rally. Kilómetros y kilómetros de sendas, trialeras, bosques, bajadas, ríos… Las especiales son más una cuestión de interés, porque a la hora de la verdad, aunque requieran de muchas estacas ocupan relativamente poco terreno, y los permisos son más fáciles. Pero el rally profundo es cada vez más escaso, y esto es lo que nos dio ayer el enduro Villuercas. Yo que estoy seguro de lo que digo, os doy mis más sinceras gracias.

 

Después de que me sobren 7 minutos en el primer control y saber ya por tanto que casi todos harán la carrera a 0, y comprender que ahí se escapan mis opciones de podio, llegamos a la primera crono. A esto creo que lo llaman cross test, así en plan sajón. El prado encintado. No la vi ayer. No hace falta. Soy más rápido improvisando. Después la del Matadero, muy divertida, en la que conozco a Iddy, que me da tiempos de mis rivales y de cómo han ido evolucionando, y me pregunta si ha venido alguien más del Mercado Actual Enduro Team. Muy grande.

 

Y la crono de Belén. Menuda fiesta. Más de 2.000 personas en la zona de obstáculos. Y digan lo que digan, todos los pilotos acojonados de no cagarla ahí. Te chillan al oído; tú vas muy despacio, y están muy cerca. Gritan tu nombre. Pero es que no lo puedo hacer más rápido! No puedo! No lo hago muy rápido, y es que no puedo correr más!. De verdad!

 

Mi primera vuelta no es la interesante, la interesante es la segunda. Porque en la única zanja del cross test, me quedo enganchado en la rodera que se ha hecho. Encajonado. Tieso. El agobio que me genero en 12 segundos pasa de 0 a 1000. Desesperado, furioso, compungido. No puedo mover la moto ni un centímetro. Las primeras lágrimas asoman. Me chirrían los dientes.

 

En ese momento un tío con una 4t se acerca literalmente como un avión y pasa la zanja volando, con una estabilidad pasmosa. Tan fácil.

 

Tan cerca, tan lejos.

 

Salir o morir.

 

Empujo con las piernas hasta que crujen los músculos, crujen, gas a tope. Noto que abajo algo se mueve un palmo; suficiente como para que me pueda desatascar, y ya metiendo mucho ruido, acabo la especial con la rotunda sensación de haber perdido una eternidad, una oportunidad, una fortuna… Unos 40 segundos ahí metido. No, oh no. Oh no… Una vez más no ha sido cuestión de técnica sino de decisiones, por ahí no capullo.

 

A esto le sigue un error de campeón del mundo de tu pueblo: ahora voy a recuperar. Ya lo vas a ver. Esta ira que llevo dentro me servirá de combustible. Lo verás. Voy a recuperar joder. Vais a flipar.

 

Así que en la crono del Matadero, en la bajada del tronco oblicuo (los que estuvisteis sabéis cuál digo, eh) me meto una… vamos a buscar la palabra… una galleta? una bofetada? un resbalón?? Un hostión. Francamente. Suena mal, pero es lo que hay. Un hostión. Un rayo de dolor me atraviesa la pierna desde el tobillo hasta el culo. UUUUaaaaa. Se me acerca incluso a la espalda y de ahí a la nuca. He caído encima del manillar. No tiene buena pinta cómo se ha quedado la moto. Respiro hondo para dominar el dolor, para no perder el conocimiento … (John Rambo acorralado), gimo, maldigo. Levanto la moto a contrapendiente dándolo todo, agotándome en ese sobreesfuerzo más que en las 4 horas que llevo de carrera. Caerse es malo; primero por el tiempo obvio que pierdes. Después porque deja resaca, porque ves que el mundo es real, que esto no es un juego de play, y la caída se te mete en la cabeza, que defiende al cuerpo, y empieza a mandar reacciones con el fin de que no lo agredas: el miedo. Qué importante el miedo para la supervivencia de la humanidad. Pero con miedo corres menos, mucho menos.

 

Y además el dolor cansa mucho. El dolor extenúa.

 

Desquiciado y derrotado acabo el tramo, con 30 segundos más que en la primera pasada a pesar de haber entrado con muchas más fuerzas. Una chica me devuelve la riñonera:

 

 --- Ha sido un honor sujetarle la riñonera al Piloto – me dice.

 

 -----  Luego si quieres te dejo que te hagas una foto conmigo – le respondo.

 

 

 ----   Igual la que te tengo que dejar que te hagas una foto conmigo soy yo - la he reconocido desde el primer momento; es la presidente del motoclub Valverdeño, Azucena Delgado. Ella me lo aclara no obstante – soy la presidenta del motoclub Valverdeño. Vendrás?

 

 ---- Claro que iré, pero estoy triste, porque creo que este año no hay tres Encinas… - me lo han dicho Maurice y Carles, de mi asistencia Kompis Husqvarna

 

Estáis expectantes. Algunos deseáis que no la pongan, eh? y diréis yo hubiese pasado por ahí pero como la han quitado. Joder, sin Tres Encinas, qué putada. Pero en el fondo contentos, porque no os tenéis que retratar, porque en ese anfiteatro te retratan de puta madre. No hay salida. Suspiráis? Pues no suspiréis, ni os sintáis aliviados:

 

 ---- Cómo que no hay Tres Encinas? Y tanto que la hay, lo que pasa es que no se hará cronometrada, para que la puedan hacer todos…

 

Uuuuaaaa! Ahí nos veremos! Asegurándole que amo a Valverde, que es la Catedral del Enduro, y que me siento como en casa, me marcho hacia la última especial comprobando que la vida da segundas oportunidades, a veces hasta terceras y cuartas…

 

El desquite. Dolorido, polvoriento, embarrado, todo al mismo tiempo según las partes del cuerpo que mire. Ahora ya hay 3.000 personas en Belén. Yo ya sé cómo hacerla. La voy a petar. La voy a reventar. Es mi momento.

 

Todo bien. Todo estupendo.

 

Fiesta.

 

Flow.

 

Hasta los tres troncos seguidos, en los que hay un chico atascado.

 

Tengo tanta seguridad, y me juego tanto, pero tanto tanto, que decido atacar. Apostar a que va a salir, y si no, pasar en paralelo aunque por esa parte el tronco sea más alto.

 

La muchedumbre ruje. Aplaude. Transmite energía.

 

Allá voy.

 

Pies colgando. Dientes apretados. Ojos cerrados. Bueno, ojos entornados.

 

Un tronco.

 

Me jalean! He nacido para esto, lo sé! Las vibraciones son brutales.

 

Otro tronco. Bien.

 

Ya solo falta uno.

 

No cabemos.

 

El otro se mueve un poco. El pobre chaval ya no puede más. Ya ha llegado al punto en el que le da igual el tiempo, lo único que quiere es no molestar. Así de pronto, sin saber por qué, como por arte de magia, las motos están enredadas. Jodidamente enmarañadas. Un manillar entre los radios, una estribera en la cadena, una maneta en el radiador.

 

BUUUUUAaaaaaaa. 5 horas penando para esto. Tanto piloto y tanta polla y ahora mira. Tonto. Cada día eres más tonto.

 

Fallos que se pagan con creces. Impacientes arruinados por la falta de paciencia.

 

El esfuerzo vuelve a ser tan supremo que ya solo me arrastro por la crono, y acabo con 40 segundos más que en la primera pasada.

 

Remolino de decadencia.

 

Mierda.

 

Puta mierda.

 

Subiendo por la última trialera del padock, la de las piedras sueltas, donde os enganchasteis bastante, que os vi, pienso que una vez que has conseguido poder acabar carreras de estas ya no lo dejas. Lo dejas si no puedes montar, pero no por aburrimiento. Esto ya no lo deja nadie que pueda seguir montando en moto.

 

Lo he pasado en grande. He sido rotundamente feliz.

 

Nacional de enduro de Cañamero 2016. 250 pilotos.

 

El enduro vive.

 

Editado por rtorres
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