El rincón de Buds: La nostalgia y la madre que la parió

Tu patrimonio son tus recuerdos. A lo largo de la vida hay cosas que van y que vienen. La fortuna, la suerte, los amigos… todo cambia, todo evoluciona. Cada cosa que tienes es una cosa que puedes perder. Lo que nunca nadie te podrá quitar son tus recuerdos, tus experiencias, tus sensaciones. La vida, en parte, es lo que vas aprendiendo cada día, y lo que las experiencias que has vivido van haciendo de ti.

A lo largo del tiempo he tenido mucho en algunos momentos, y muy poco en muchos otros. Y el tiempo, que es muy cabrón,  relativiza todo lo que creíste fundamental en cada momento  de tu vida.  Pocas cosas importantes pasan la prueba del tiempo. Pero lo que he vivido, lo que he sentido de verdad, siempre ha estado ahí. Es intocable.

Cuando miras hacia atrás quizás no recuerdes lo que supuso para ti el dinero que tuviste en cada momento (para algunos si) ni como lo perdiste. Hay miles de cosas que se quedaron por el camino, que fueron importantes o no, pero que ya no lo son. Sin embargo, hay sensaciones que se te quedan en el alma para siempre. Y el recuerdo de esas sensaciones, de aquello que sentiste hace quizás tanto tiempo, te hace de nuevo sentirte vivo. Te hace valorar que muchos de los momentos dificiles por los que has tenido que navegar han valido la pena, por que al final, cuando estas tranquilo, recordando, sabes que hubo cosas que merecieron el esfuerzo que tuviste que hacer para poder vivirlas.

A veces mi mujer se descojona de mi, cuando me descubre mirando atontado el infinito, con una sonrisa estúpida en la cara, perdido en mis recuerdos. Quizás se imagina que estoy soñando o recordando alguna cosa extremadamente divertida. Y quizás, realmente,  tan solo estoy perdido dentro de mi cabeza, recordando aquellos primeros sueños, aquellas primeras ilusiones…. quizás tan solo estoy volviendo a sentir aquellas primeras vueltas que di en mi vida en un circuito… Todavía hoy soy capaz de sentir completamente aquellas sensaciones de hace 30 años. Recuerdo perfectamente como me abrochaba mi primer casco (un kiwi K4 rojo) y el olor y la sensación cuando me ponía la mascara (imitación scott). Soy perfectamente capaz de dar una vuelta completa a mi primer circuito, que estaba en la playa del arenal de mi pueblo. Recuerdo perfectamente cada una de las curvas, el salto de meta que como era cortado nunca me atreví a saltar, el salto del fondo donde por primera vez en mi vida sentí lo que era despegar las ruedas del suelo, la pirámide que me daba tanto miedo subir. Tengo todavía la sensación de miedo en el estomago de aquella  primera vez que entre en la pirámide en tercera en lugar de segunda y creí que me iba a quedar a mitad de la subida… y la sensación de paz cuando llegué arriba sin caerme. Recuerdo perfectamente detalle a detalle el color de los puños de aquella cota 49, el sonido del motor… recuerdo a mi padre intentando mil veces enseñarme aquel instrumento incomprensible llamado embrague… de aquella época guardo cada momento que pasé encima de mi primera moto, los primeros libros que me enseñaron el mundo sin salir de casa, el color del mar que veía cada día…

Recuerdo casi cada una de las carreras a las que fui cuando era un crío. Aquellas carreras del Campeonato de España de MotoCross a finales de los 70 y principios de los 80 formaron mi forma de entender lo que era la competición y lo que eran los ídolos. Recuerdo la violencia con la que conducía a veces Toni Elias, lo extraña que me parecía la postura de brazos de Juanjo Barragan, lo perfecto que me parecía Randy Muñoz… recuerdo aquellas Montesas, Multacos, Maicos, Fantics, SWMs, Ancillotis… recuerdo las primeras carreras de velocidad a las que fui con mis padres… aquellos circuitos de pueblo en los que los pilotos te pasaban a un palmo de la cara, en Játiva, Cullera, Benidorm, Gandia… recuerdo a cada piloto que me hizo soñar en ser como ellos…

Cada uno de los recuerdos me vuelven a enseñar una lección, quizás la mas importante que he aprendido con los años: Disfrútalo. Disfruta de ese momento que estas viviendo por que es especial y único, y ya no volverá. No volverá de otra forma que no sea un recuerdo. Valora cada momento que vives haciendo las cosas que realmente te gustan. Cada carrera a la que voy con los amigos, cada curva y cada salto que me salen bien, cada vez que pasas un buen rato con tu gente, cada nuevo libro que abro, cada vez que vuelvo a estar junto al mar… son momentos que van llenando las páginas de mi vida, esas páginas a las que dentro de algún tiempo volveré para recordar que estuve allí, esas páginas que me harán volver a vivir en mi cabeza la sensación increíble que te deja cada momento especial de tu vida.

Ahora con casi 40 palos en el cuerpo, cuando se supone que la vida debe ser una cosa muy seria, es posiblemente el momento en el que menos en serio me estoy tomando a mi mismo. Mi pasado es mi patrimonio. El futuro… ya veremos que nos trae, pero ya dejé de preocuparme tanto como antes de lo que vendrá. El presente, es lo que vivo cada día, intentando que cada momento valga la pena. Con mi gente, con mis sueños… y con una moto siempre cerca.

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