El Rincón de Buds. El MX, los veteranos y la madre que nos parió.

¿Qué es lo que hace grande el Motocross?  Quizás sea una de las preguntas a las que mas vueltas le he dado en mi cabeza a lo largo del tiempo.  Gran parte de mi vida me la he pasado recorriendo kilómetros de pueblo en pueblo para ver carreras,  devorando revistas que hablaban de mis heroes,  esperando cada fin de semana para ir a poder ver desde la barrera ese sueño llamado MX. Y La verdad es que a lo largo de estos años he tenido la suerte de ver algunas carreras increíbles. Carreras de esas de las que se te quedan dentro para siempre.

Estuve en Yunquera en el 84 viendo la perfección absoluta encarnada en Andre Malherbe. Ver al belga ese hacer a fondo la bajada de Yunquera era simplemente como viajara a otro mundo, donde las leyes de la física fuesen distintas. Y estuve en Manresa en el 86 y le permití a Jim «Kansas» Holley hacer que todo mi mundo cambiase al verle poner la moto horizontal en una meseta. Me pase días con la imagen de aquella Yamaha, completamente paralela al suelo, mientras el yankee miraba al público en el aire como si lo que estuviese haciendo fuera lo mas normal del mundo.

También, hace muchos años vi a Pablo Colomina ser llevado en hombros, con moto incluida (que bonita era aquella Gilera ) en Ibi aquel domingo increíble en el que le gano al todopoderoso Toni Elias, y al Todopoderoso equipo Derbi de MX (si, a algunos os parecerá raro, pero Derbi dominó con Elias el MX nacional durante algunos años).
También estuve aquel día en el que González Rabá y Vallés se iban buscando por todo el circuito de Onteniente con las 125, aquel día en el que estaba en el circuito toda aquella generación de chavales terribles que se iban a comer el mundo, el de Pedreña, Quique Moro, Lolin Sainz, el gaitero Rendueles… Y estuve en aquel Supercross en el que a Leo Bello se le fue la mano y se dejo parte de su futuro como piloto al caer mal en aquel vuelo.

Y vi a finales de los 70, y lo recuerdo como si fuese ayer, a Toni Arcarons volar mas de 30 metros con la Montesa en Cullera.

A veces, cuando estoy un poco jodido, y me da por encontrarle un sentido a la vida, recuerdo lo más importante. Estuve de pie, al lado de los neumáticos que delimitaban los circuitos hace años, viendo algunas de aquellas luchas entre «Randy» Muñoz con la Montesa Oficial y Toni Elias con la Bultaco Oficial, en aquella lejana época en las que las marcas españolas dominaban el MX, en las que había equipos oficiales de fabrica de verdad en las carreras españolas, en las que las carreras se llenaban de publico para ver el Trofeo Corte Ingles (era grande ser joven), el Triangular, o cualquier carrera de cualquier pueblo perdido.


A través de estos años, en los que me he recorrido, primero con mis padres, y luego por mi cuenta, un montón de kilómetros para ver carreras por toda la geografía nacional, llegue a pensar que entendía la grandeza del motocross. Y la verdad es que solo la había rozado. El motocross es un deporte increíble de ver desde la barrera.

Pero es un mucho mas que un sueño cuando estas detrás de una valla de salida.
En el año 2005, con ya muchos años en el cuerpo, me deje liar. Ya llevaba algunos añitos corriendo en enduros y tramos cronometrados… carreras maravillosas que consideraba adecuadas a mi edad, en las que te desafías a ti mismo, a tu capacidad de resistencia, a tu capacidad de ir rápido encima de una moto de campo. Lo de meterme en un motocross ni me lo planteaba. Yo siempre había soñado con correr en Motocross. Era mi sueño infantil. Pero ya era mayor.
Así que de repente, un mes de diciembre de 2005, sin saber muy bien como, me di cuenta de que me habian liado. Esa mañana me encontré en una parrilla de un motocross de veteranos. Trofeo Madrileño de MX veteranos, en El Alamo.
Cuando finalmente, aquel día, después de los entrenos, después de esperar mucho rato en el preparque para entrar a parrilla, estube frente a la valla, la única sensación que podia entender es que estaba viviendo un sueño.  Mire a derecha e izquierda,  y me encontré con un montón de tíos de mi edad, y algunos bastante mas mayores que yo. Todos dábamos acelerones para calentar la moto, y todos teníamos un brillo especial en la mirada. En aquella parrilla había gente económicamente sobrada, y gente no tanto. Había gente con estudios y sin ellos, con buenos trabajos y con malos trabajos, había todo tipo de personas, de pilotos. Pero en aquella parrilla, una vez los motores están en marcha, y ya no oyes nada más que el sonido de la competición, el autentico sonido del MX, el lugar de donde veníamos cada uno, lo que hacíamos, y lo que haríamos después de los próximos 20 minutos, dejaba de tener importancia. De repente éramos pilotos, éramos gente compartiendo un sueño, compartiendo la grandeza de uno de los deportes mas bellos que jamás se puedan ver.
Las carreras de veteranos son una gran parte de la grandeza del motocross. No nos jugamos el futuro como pilotos. No tenemos sueños de llegar a un mundial, a un equipo oficial. No pensamos en ganarnos la vida encima de una moto. Todos tenemos un trabajo, una vida, que no tiene nada que ver con las carreras. No nos montamos en la moto por el futuro. Ni siquiera por el pasado. Nos montamos en la moto por la grandeza de un presente, por esos 20 minutos de absoluta diversión, y de absoluta evasión de todo lo que este alejado de esa pista.
En una parrilla de veteranos te encuentras desde antiguas estrellas del motocross, que siguen con la misma ilusión y las mismas ganas, hasta tipos como yo que cumplen sus sueños de juventud encima de una moto de carreras. Los tiempos por vuelta son extremos, con unas diferencias abismales entre los rápidos y los que vamos bastante lentos. Pero la ilusión, la diversión, el buen rollo es el mismo para todos.

En la entrada de mi casa, hay una pequeña foto que me hizo mi mujer mientras esperaba en aquel preparque la entrada en parrilla a mi primer mx. Con el casco puesto y sin las gafas, lo único que se ven son unos ojos con un susto encima de muerte. Estaba acojonado. Ahora, 3 años después, cuando estoy entrando en una parrilla de veteranos, sigo entrando acojonado y con los nervios en el estomago. Pero hay una cosa que me acojona mas: No estar en esa parrilla. Ya no sueño con correr el mundial. Ni siquiera me importa mucho no haberlo corrido.
Pero mi sueño si que se que lo puedo cumplir. Mi sueño es seguir estando cada fin de semana viendo caer la valla en cualquier carrera, o oyendo a ese tío de cronococa contarme el 5,4,3… en cualquier crono de cualquier enduro. Mi sueño es seguir cada domingo encima de mi moto. Y así todos los domingos de mi vida.
Las parrillas de MX son ese sitio donde se hacen realidad los sueños. Es ese sitio donde de verdad escuchas lo que es el sonido de una carrera. No hay nada igual. Os lo prometo. Tengo una licencia en la que pone veterano. Y esa licencia me dice que voy a seguir viviendo el sueño de las carreras para siempre.

Buds.

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