El rincón de Buds: ¿A que huele el enduro? A sudor y a lágrimas.

Tengo amigos que no montan en moto de campo. Es mas, algunos ni siquiera montan en moto, aunque parezca increíble. Y a pesar de ello son amigos con los que consigo tener conversaciones mas o menos razonables. En muchas de esas conversaciones, a veces sale a relucir el tema de la moto de campo. No por que yo lo saque. Os juro que si no me tiran de la lengua no suelo hablar de mi locura por las motos. Suelo hablar de política (ya que en el foro no me dejan), de música, de cine… y sobre todo, de tías. Sin embargo, como os digo, al final siempre hay alguien que o bien te ha visto hacer el ridículo en una carrera, o bien te ha visto escayolado alguna vez, o bien ha visto alguna foto en la que estas reventando un peralte (en foto no se nota lo lento que realmente ibas)… y acaba haciéndote la pregunta… “Oye, eso de la moto parece divertido… Quizá debería comprarme una y probar… ¿qué tal es eso de las motos de campo?”

Y aunque se que debería hablarles de las múltiples e increíbles sensaciones que se pueden vivir con la moto, no lo hago. Debería contarles que montar en moto es posiblemente la cosa mas acojonante que existe en el mundo. Debería hablarles de la increíble sensación de volar unos en un circuito de motocross, de los lugares de ensueño a los que te llevan algunas trialeras, de la adrenalina brutal de una salida de una manga de MX (no hay nada en el mundo como eso… nada). Debería contarles muchas cosas, pero al final solo les digo: “mira… déjalo. Olvídate de empezar con la moto de campo. La moto de campo duele. Y a veces duele un huevo”.

Y es que cuando hago un análisis de mis últimos 10 años en moto de campo, las asociaciones al dolor son múltiples y variadas. Me he tirado pocos dobles gordos en mi vida. Muy, muy, muy pocos. De los pocos que me he tirado, he fallado en el 30% de las ocasiones aproximadamente. Por suerte el fallo nunca ha sido lo bastante grave para acabar saludando a los tíos esos de blanco que curran en los hospitales. Generalmente solo han supuesto mucho dolor momentáneo, y media hora sentado en la furgoneta esperando a recuperar la sensibilidad en los pies, así como unas cuantas noches con pesadillas rememorando como te vas dando cuenta en el aire de que te has quedado corto… (Nota: Mi receta mágica de señor mayor para los dobles grandes: No los saltes, que se los tire otro y punto. Mi segunda receta para los dobles, en este caso para los pequeños (Jody Weisel Dixit): Nunca te los tires hasta que se los haya tirado el tío mas malo que conozcas. Y aun así, asegúrate que se lo ha tirado 2 veces, no sea que la primera haya sido suerte. Y si el tío mas malo eres tu, no hagas ni puto caso a esos “amigos” que te animan a tirártelo. No son amigos, son el demonio. Y luego se van a descojonar de ti cuando estén viendo el video de tu gran hostia. Siempre hay un tío con una cámara cerca… os lo juro).

La moto de campo duele. Y aunque parezca mentira, mola que duela. Cuando estas tirado en la playa en verano relajado, sin nada que te duela, viendo a tías buenas salir del agua, sonríes mientras recuerdas esas tardes de domingo, tirado en el sofá, después de una buena ruta… recuerdas como te duele hasta el alma, recuerdas que hasta mear es un suplicio, recuerdas el crujido de las rodillas, la presión de las costillas al respirar, recuerdas lo viejo que te sientes en esos momentos… Cuando estas tirado en la playa recuerdas el dolor de las tardes de domingo… y la gran putada es que lo echas de menos. A mis amigos que no montan en moto, cuando me preguntan si deberían iniciarse en la moto de campo, les pregunto: “¿quieres echar de menos el dolor? No. Pues cómprate otra cosa. Comprate un perro, que te hará compañía, o comprate una raqueta de paddel, o mejor de todo, gástatelo en copas. Una buena resaca es mucho mas agradable que notar como el manillar se te clava en las costillas”.

Y es que, esto de las motos duele. Mi mujer no me entiende. No entiende que no pueda dormir por el dolor de lumbares, y que a pesar de ello me vaya a montar después de dormir con la faja de motocross puesta, y salga de casa arrastrando los pies por que no puedo ni andar y con el casco debajo del brazo. No entiende que haya intentado salir en carreras con fiebre y con mareos sin jugarme nada mas que hacer otro catorceavo puesto. No entiende que las escayolas propias o de los amigos nos parezcan algo asumible. Y además, no entiende que porque nos descojonamos cuando recordamos a Mauri con el pie puesto al revés y el hueso sobresaliendo sobre el calcetín mientras les hacia bromas a las policías locales que estaban ayudando a cargarlo en la ambulancia (seguro que le dolía, pero una policía local sexy es una policía local sexy). No entiende que esté en la playa echando de menos el olor a gasolina. Y mientras mi mujer no me entiende, algunos de sus amigos/as no moteros simplemente creen que soy un gilipollas que debería estar encerrado para evitar que me siga auto mutilando encima de una moto.

Algunos de mis amigos, los normales, tienen recuerdos en sus casas de las cosas que hacen. Tienen fotos de viajes en grupo a sitios bonitos, tienen conversaciones interesantes sobre los lugares que han visitado, y no tienen al paracetamol como compañero de cama. Yo, como recuerdo, tengo un pie que se me ha quedado un poco torcido a la izquierda, y una historia sobre dicho pie que a nadie normal puede interesar. ¿Quieres tener un pie torcido? No. Pues no te compres una moto de campo.

Y me jode tener que quitarle la idea a la gente de montar en moto. Por que este es el mejor deporte del mundo. Es mas que eso. Es simplemente casi lo mejor del mundo. No hay casi nada que te pueda dar las sensaciones que tu moto y la montaña te pueden dar. No hay nada como la brutalidad y perfección del motocross. La moto es simplemente algo increíble. Lo que pasa es que a veces duele. Y peor todavía, a veces huele.

Recuero una vez que estábamos corriendo una resistencia del Campeonato de Madrid en un pueblecito perdido. Corríamos por parejas, y me toco aguantar la presión de compartir equipo con el ultra competitivo NachoGuesmaster. No importaba el resultado general especialmente, ya que había una lucha mucho mas importante que ganar: darle una paliza a dos de nuestros colegas. Ganar es relativo, humillar a los amigos es una de las cosas por las que vale la pena correr carreras. El que pierde sabe que va a aguantar el sano y cabrón cachondeo de los demás en cada reunión de cervezas. Así que queríamos ganarles. Es mas queríamos doblarles y machacarles.

Hacia el final de la carrera, después de casi 3 horas, les habíamos doblado dos veces. Estábamos en éxtasis, pensando en las risas que nos íbamos a pegar luego en la comida. Termine mi turno, el penúltimo, y Nacho salió enchufado para dar las últimas 3 vueltas. Así que me quite el casco, peto etc… lo tire todo en la furgona, y me fui hacia la zona en la que había mas publico para disfrutar de nuestra victoria. Al rato, me di cuenta de que Nacho no había pasado. Al rato, pasaron nuestros colegas, sin que Nacho hubiese pasado, con lo que nos habían recuperado una vuelta. Y Nacho seguía sin aparecer. Apareció, el muy maricón, unos 7 minutos después. Venia arrastrándose encima de la moto. El tío parecía el Quijote después de darse de palos con los molinos. Parecía que viniese de tomar Guadalcanal. Venia con la CRF medio desguazada, arrastrándose en primera, sentado de lado, con los ojos desorbitados, y pinta de haberse pegado el hostion de su vida. Cuando llego a mi lado, tan solo repetía entre balbuceos “vayahostiamehedado… vayahostiamehedado…memuero… memuero…”. Yo le increpe y le grite, intentando convencerle de que volviese a la carrera, ya que todavía estábamos a tiempo de humillar a nuestros queridos colegas. Pero el tío, que era y es un blandito de los cojones ni se aguantaba de pie, y no era capaz de recordar la importancia de ganarles a Santi y a Max. Teníamos que retirarnos. Mi casco y ropa estaban a medio kilometro, y estaban a punto de recuperarnos la vuelta que todavía les llevábamos. Así que lo que debía hacer estaba claro. ¿Retirarnos? Ni para Dios. Así que me monte en la CRF medio desguazada. Me puse el casco de Nacho. Después de 3 horas de carrera era como meter la cabeza en una alcantarilla. Ese casco estaba por dentro como si lo hubiesen metido en un cubo de sudor y mierda, mezclado con saliva y barro. Los guantes no estaban mucho mejor, pero me quedaba lo mas divertido. Me puse las gafas, empapadas hasta lo innombrable. Al ponérmelas los chorretones de sudor infecto me caían por las mejillas hacia los labios. Era terrible, era peor que hostiarte en un doble, era peor que una noche con Carmen de Mairena, era como encerrarte en una fosa séptica para no volver a salir mas. Pero había que ganar a los colegas. Nada mas importaba. Todavía recuerdo aquella sensación de sudor ajeno cayendo por las mejillas y aquel olor a descomposición. Eso si, les ganamos. Y nos estuvimos choteando de Santi-Mimosin durante casi 5 años.

La moto de campo duele. A veces también huele. Es lo mejor del mundo, pero no se la recomiendo a nadie. Y menos a un amigo. Este veneno es para unos pocos elegidos. Nos gusta sufrir, nos gusta llorar y nos gusta ganar. Y nos gusta montar en moto.

 

Nota:

-Fotos 1 y 2. Desmo, amigo cabrito donde los haya, descojonandose de la fractura de Buds en el Toni Soler del 2009. Se colo hasta el fondo de la consulta de Urgencias solo para pegarse unas risas con la radiografia. Ten amigos. Actualmente Desmo se dedica a la reparación de motos antiguas italianas, y sus amigos no le dejan que les acompañe a los hospitales.

-Foto 3. Yeti con el perone roto. Se lo rompio a los 10 minutos de salir, y se pego toda la primera vuelta completa del Enduro de Yepes del 2006 con la fractura.  Cuando decidio no salir en la segunda vuelta, porque «le dolia un huevo» todos le metimos presión para que se volviera a subir a la moto.  4 horas despues estaba metido en el quirofano.  Actualmente no puede sacarse los mocos de la nariz por que perdio la punta de algún dedo en una carrera del C. De España de Enduro.

-Foto 4. Nacho Guesmaster.  «Voy a hacer esa rodera a fondo». Fase previa a megaleñazo que finalizo lo que podia haber sido un buen dia de moto en el circuito de El Espinar.  Actualmente Nacho hace las roderas muy despacio, para poder salir bien en las fotos.  Tambien dice que actualmente SI que lava los cascos despues de cada 10 carreras.

 

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